...Y de repente, descubro que con Coltrane entra muchísimo
mejor.
Palabras, palabras, palabras... Colecciones de palabras esta
vez de sabores añejos que ocultan sus reconcovecos cerebrales llevados hasta
extremos que resultan agobiantes e insostenibles, y sin embargo ahí vamos,
porque quiera yo o no, ESTOY EMPEZANDO A ENTENDERLO, es decir, que sí, que ya
lo sé, y que de toda esa leña que echamos al fuego (en este caso una y otra
vez) van quedando los diamantes...
Y no Aullido, no, que hay cosas que simplemente están más
allá. Yo hablo de Bull y de su incorporeidad y de sus levitaciones que empiezan
a convertirse en (literariamente) sagradas, mientras que sus compañeros ahí
siguen porque ellos abrieron (y abren) la caja de Pandora. Seguimos, seguimos,
seguimos, seguimos...
Hermoso viaje a México, una deuda (doblemente) pagada, un
hueco más en la estantería, adiós, rey. Vaya portada, la de Nazario, vaya
título, el de la editorial, vaya nombrecito, el de la colección... Pero ah, el
beat...
Jazz.