Se han dicho ya muchas de las cosas que se tenían que decir, porque nunca se dicen todas, y finalmente me he decidido a decirlas, con la decisión de saber que lo que se dice no tiene por qué ser definitivo, ni mucho menos... “Yonqui” Anagrama, material en vena del noventayocho, de otra vida, conservado en formol y tragado sin masticar que ahora encuentra su momento: Old Bull Lee está empezando, hablando de qué pasa y qué deja de pasar, a su manera y con una crudeza que engancha... Ya volveremos a pasar por él, ya, que es de los que valen la pena.
“Marica” Anagrama (nada de “Queer”, que eso ya se verá) era la opción lógica, el complemento perfecto para el presente por formato y por continuación, y no paré hasta encontrarlo en Malasaña (¿dónde sinó?). Y la nueva edición pues se esperará, que pa eso el tiempo va pasando y uno tiene lo que tiene. Allerton y sus paranoias continuación directa e inmediata de las anteriores, por los mismos senderos y derroteros. No extraña que sea trilogía, aunque poca gente lo sepa.
“Las Cartas de la Ayahuasca” (con alguna de Ginsberg, sí, pero ni siquiera sé pa qué), mejorando aquellas míticas “Cartas del Yage” Star, con textos que ya empiezan a demenciarse y a saber por dónde deben de ir, en forma epistolar que continúa lo de antes y avanza lo de después, Sudamérica es un pudridero y el yague o ayahuasca o como cojones se llame no llega tan lejos cono debería de llegar, así son las cosas y así se las hemos contado (más o menos). He ahí el previo, el nigredo, la semilla de donde florecerá la posterior variedad, en la que seguimos metidos hasta los codos. Cuanto más te leo y más te siento, Old Bull, más me convences... y eso no es algo que pase todos los días, no señor.
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