-Martes, 20 de enero de 2015, recuperado de los pésimos
funcionamientos informáticos:
“GONZO: LA
HISTORIA GRÁFICA DE HUNTER S. THOMPSON” (WILL BINGLEY Y ANTHONY HOPE-SMITH)
(Beat (it), B/N)
018-Gonzo
Claro, así es como pasan estas cosas, y así es como tienen
que pasar: Diedac el Ruidicos en su coche, una bolsa llena de tabaco y otras
hierbas y otros cacharros y otras cosas y un “busca, busca, que tengo un regalo
para ti”... y ahí estaba, nada menos que su biografía en cómic, el muy
hijodeputa...
¿A quién le amarga un dulce amargo? Ya sabemos quién es
Hunter, ya sabemos muchas cosas acerca de él y de su propia palabra y de
quienes han venido después y han hecho un documental que también se llama
“Gonzo” y donde además descubrimos a Tift Merritt (cielo santo, cómo está de
rica esa señorita, y qué bien canta). ¿A quién le amarga un dulce amargo?
Blanco, negro, luces, sombras, sangre, carne, cazador, presa... y como siempre,
Hunter haciendo el capullo, y haciéndolo bien. Mhmmmmm...
Bien hecho, muchachos.
Peleamos, insistimos, enfadamos, cabreamos, rompemos y rasgamos... y al final, creamos.
miércoles, 21 de octubre de 2015
martes, 20 de octubre de 2015
"El Libro de Jack: Una Biografía Oral" (Barry Gifford y Lawrence Lee)
Mira por dónde que el Pako me lo había enseñado y me había
dicho además que le había sido fácil encontrarlo, de casualidad en una librería
de restos de Tánger, como no podía ser de otra manera... y mira por dónde que
quise apostar fuerte en contra de muchas posibilidades, y mira por dónde,
acerté. Y no lo tenía pensado porque lectura me había llevado ya a la que es una
de las ciudades mágicas, pero quiénes somos nosotros a fin de cuentas para
resistirnos a lo más evidente...
Y una vez más, “El Libro de Jack” aclara equívocos, conecta datos dispersos, ofrece nuevas perspectivas, e insiste una y dos y tres veces en que ni es oro todo lo que reluce ni que se puede esperar todo lo que se espera... pero a estas alturas está bien saber quién es quién y por qué es quien es (o era), descubriendo que Jack nos sigue pareciendo pesado pero que su música literaria es un tanto cautivadora, y además con leyendas de Duluoz acerca de lo que hay que leer y lo que no. Gifford sabe lo que dice, Lee también, y la música beat sigue sonando más allá de todo el resto...
Y una vez más, “El Libro de Jack” aclara equívocos, conecta datos dispersos, ofrece nuevas perspectivas, e insiste una y dos y tres veces en que ni es oro todo lo que reluce ni que se puede esperar todo lo que se espera... pero a estas alturas está bien saber quién es quién y por qué es quien es (o era), descubriendo que Jack nos sigue pareciendo pesado pero que su música literaria es un tanto cautivadora, y además con leyendas de Duluoz acerca de lo que hay que leer y lo que no. Gifford sabe lo que dice, Lee también, y la música beat sigue sonando más allá de todo el resto...
lunes, 19 de octubre de 2015
"Fabián y el Caos" (Pedro Juan Gutiérrez)
El Perrojuan se lo ha ganado a pulso, por algo le llaman “el
Bukowski cubano”, y además Bukowski se cagaba en la beat y tenía razón, así que
si nos ponemos puristas lo mandamos todo al carajo, y nada de purismos por
aquí, sobre todo de los puritanismos, que de eso nunca vamos faltos, no, no. El
asunto ya quedó clarísimo en la lejana Anexia con aquella Trilogía Sucia de la
Habana que alguno de estos lustros volveremos a revisar, por aquello de no
olvidar la sabrosura, mi hermano...
Sin embargo, este cartucho tan reciente se nos queda un poco atravesado de por sí, con tantísima mala folla (no se le critica, que cuenta cosas duras de verdad) y tan poco salsón, pero cuando es necesario es necesario, y aquí tal vez lo era. ¿Será este el mejor libro (por aquello de ser el más serio) del Perrojuan y me estaré yo equivocando? Pues no puta idea, pero lo que sí es verdad es que he disfrutado de leérmelo en Tánger, y que el Perrojuan se queda por derecho propio, haga lo que haga.
Sin embargo, este cartucho tan reciente se nos queda un poco atravesado de por sí, con tantísima mala folla (no se le critica, que cuenta cosas duras de verdad) y tan poco salsón, pero cuando es necesario es necesario, y aquí tal vez lo era. ¿Será este el mejor libro (por aquello de ser el más serio) del Perrojuan y me estaré yo equivocando? Pues no puta idea, pero lo que sí es verdad es que he disfrutado de leérmelo en Tánger, y que el Perrojuan se queda por derecho propio, haga lo que haga.
domingo, 18 de octubre de 2015
"EL JUEGO FAVORITO" (LEONARD COHEN)
El amargo sabor del beat, agridulce en sí mismo, lo que
consideramos y dejamos de considerar, tratado como contundente y vaporoso
antídoto...
¿Quién es Cohen? Es increíble, e indefinible, e inalcanzable, y menos mal. Breavman que recorre Canadá buscando sin saber qué, en una literatura que va más allá. Perfecta y sin escamas. Y sin fisuras. Dice la contraportada que es el nuevo Joyce. Vaya vd. a saber quién cojones es ese Joyce (no, no me atrevo, como para atreverse), pero sí sabía quién era Cohen, o al menos creía saberlo.
Y ahora, mira por dónde, resulta que también es prosista. ¿Qué es lo que convierte a la poesía en una canción? ¿Y qué es lo que convierte a un texto en poesía? Ya lo dice Breavman, esa ruptura de las líneas horizontales no convence a nadie. ¿Se puede hacer poesía con prosa sin resultar pedante o ladrillo? ¿Se puede hacer una novela de miserias o de miserables sin parecer miserablemente asquerosa? Qué cosas consigue Cohen, cielo santo...
Quedan pocos héroes por respetar, pero a los que quedan, prometemos respetarlos. Porque se hacen respetar. Y hay que decirlo con mayúsculas: LEONARD COHEN ES UNO DE ELLOS. Hazte un favor a ti mismo y nunca, nunca olvides a Breavman, ni a Krantz, ni a nada que se le parezca.
Primero, tomaremos Manhattan. Después tomaremos Berlín.
¿Quién es Cohen? Es increíble, e indefinible, e inalcanzable, y menos mal. Breavman que recorre Canadá buscando sin saber qué, en una literatura que va más allá. Perfecta y sin escamas. Y sin fisuras. Dice la contraportada que es el nuevo Joyce. Vaya vd. a saber quién cojones es ese Joyce (no, no me atrevo, como para atreverse), pero sí sabía quién era Cohen, o al menos creía saberlo.
Y ahora, mira por dónde, resulta que también es prosista. ¿Qué es lo que convierte a la poesía en una canción? ¿Y qué es lo que convierte a un texto en poesía? Ya lo dice Breavman, esa ruptura de las líneas horizontales no convence a nadie. ¿Se puede hacer poesía con prosa sin resultar pedante o ladrillo? ¿Se puede hacer una novela de miserias o de miserables sin parecer miserablemente asquerosa? Qué cosas consigue Cohen, cielo santo...
Quedan pocos héroes por respetar, pero a los que quedan, prometemos respetarlos. Porque se hacen respetar. Y hay que decirlo con mayúsculas: LEONARD COHEN ES UNO DE ELLOS. Hazte un favor a ti mismo y nunca, nunca olvides a Breavman, ni a Krantz, ni a nada que se le parezca.
Primero, tomaremos Manhattan. Después tomaremos Berlín.
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