El amargo sabor del beat, agridulce en sí mismo, lo que
consideramos y dejamos de considerar, tratado como contundente y vaporoso
antídoto...
¿Quién es Cohen? Es increíble, e indefinible, e
inalcanzable, y menos mal. Breavman que recorre Canadá buscando sin saber qué,
en una literatura que va más allá. Perfecta y sin escamas. Y sin fisuras. Dice
la contraportada que es el nuevo Joyce. Vaya vd. a saber quién cojones es ese
Joyce (no, no me atrevo, como para atreverse), pero sí sabía quién era Cohen, o
al menos creía saberlo.
Y ahora, mira por dónde, resulta que también es prosista.
¿Qué es lo que convierte a la poesía en una canción? ¿Y qué es lo que convierte
a un texto en poesía? Ya lo dice Breavman, esa ruptura de las líneas
horizontales no convence a nadie. ¿Se puede hacer poesía con prosa sin resultar
pedante o ladrillo? ¿Se puede hacer una novela de miserias o de miserables sin
parecer miserablemente asquerosa? Qué cosas consigue Cohen, cielo santo...
Quedan pocos héroes por respetar, pero a los que quedan,
prometemos respetarlos. Porque se hacen respetar. Y hay que decirlo con
mayúsculas: LEONARD COHEN ES UNO DE ELLOS. Hazte un favor a ti mismo y nunca,
nunca olvides a Breavman, ni a Krantz, ni a nada que se le parezca.
Primero, tomaremos Manhattan. Después tomaremos Berlín.
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